El inicio
Esto que os voy a contar forma parte de una de esas locas aventuras con las que uno salpica su vida. El año pasado, a primeros de año recibí la llamada de un buen amigo, para proponerme una historia bastante singular. Me dijo que estaba rodando un corto y que le gustaría contar conmigo para participar en el proyecto. Sólo tardé un suspiro en decirle que sí, por varias razones, pero sobre todo porque confío en él y aun siendo un loco de esos geniales, hemos colaborado juntos en muchas historias.
El corto
Por teléfono empezó a explicarme de que trataba el corto, pero yo estaba ansioso porque me dijera cual era mi papel. Me había reservado un pequeño personaje, que sin ser protagonista, era una pieza importante dentro de la trama de la película. Me empezó a dar detalles y lo más importante… me dijo como sería mi actuación. Sería una escena corta, rodada en un despacho.
La trama
Resumiendo, la trama no parecía muy original, una organización secreta de asesinos donde sus miembros van siendo asesinados uno a uno sin saber muy bien el porque. Mi nombre en clave era “K” y por esa letra era conocido dentro de la organización, la cual dirigía desde un lugar secreto que muy pocos conocían.
Cuando Eddie me contó el argumento, evidentemente le pregunté que tendría que hacer yo… Y me dijo con una sonrisa… “tendré que matarte”.
Esa fue la mejor respuesta que podía tener. Uno de esos sueños que uno siempre ha tenido fue el de poder morir en una película. Y es que lo mejor de morir en una peli es que puedes luego vivir para contarlo. Y eso hago vivir para cantároslo. Cuando alguien te dice que tienes que morir la primera pregunta que te surge es: “Y cómo voy a morir…” y entonces el director con otra sonrisa me dijo: “Te mataré ahogado con una bolsa de plástico”. “Joder, Eddie, menuda muerte de mierda!, no hay otra forma más elegante de morir, tío que soy el jefe!”. Pues no, esa era la forma que había elegido para que su amigo muriera. Después de hacerme a la idea, no me parecía tan malo, y viendo como quedó el montaje final, me alegro de que hubiera elegido esa muerte.
La grabación
Cuando me llamó ya había muchas escenas grabadas, pero aun así todo tardamos un par de meses en rodar las escenas. Y llegó el gran día… Era sábado, las 9 de la mañana, fuimos a un despacho que nos dejaron y allí comenzó todo. No tengo que deciros que todo está hecho con inmensa imaginación pero ningún medio, nadie ha puesto un euro por hacer esta historia, y todo sale de la imaginación del director, que a su vez es el protagonista, del productor (llamado así porque suena bien) que también es el otro protagonista y muchos amigos que desinteresadamente hemos ayudado a que su sueño se pueda hacer realidad. Pues como os digo… un par de cámaras de video, de esas baratas, que podemos tener cualquier de nosotros y un portátil. Me puse mi traje y me senté en la mesa leyendo el guión, eran cinco líneas que tuve que aprender, lo cual no fue difícil hasta que se dijo “acción”. Mientras Eddie se maquillaba, se supone que venía de haber recibido una buena paliza, yo grabé unas escenas en pie mirando por la ventana sin decir nada. Y llegó el momento en el que grabamos las escenas buenas, yo me encontraba sentado detrás de la mesa, con mis papeles, hablando informalmente con uno de mis muchos amigos, cuando llegó mi asesino, al que evidentemente conocía… Después de preguntarle como se atrevía a entrar en mi despacho, saqué del cajón mi mesa una pistola y la puse encima de la mesa… hablamos de cosas importantes y en un momento de descuido él me ahogó con una bolsa de plástico. Todo estaba perfectamente medido, todo tenía un por qué y todo salió redondo… Yo intenté agarrar la pistola durante el forcejeo, luché, pero estaba agarrado por la espalda y me resultaba imposible salir de ahí con vida, sentí como me quedaba sin respiración ahogado por la presión del plástico. Estaba a punto de morir, pero me resistía con todas mis fuerzas, sabía que la vida se me escapaba, pero aun así luché hasta que apretó un poco más, y ahí sentí que mi vida se apagaba. De pronto me dormí para no sentir nada más, supe que había muerto…
Realmente me di cuenta que no estaba muerto cuando mi tiró de la silla a plomo al suelo, sin importar como caería… que os voy a contar.
Toma buena…
No fueron ni una, ni dos… llegamos a las 9 de la mañana y casi nos fuimos a las dos, después de haber logrado que la escena quedara a gusto de los que allí estábamos. Y así fue, quedó muy bien, todos estábamos contentos y yo cumplí un sueño, pude morir…
El estreno
En marzo del año pasado, un viernes por la tarde fui invitado por el director para el estreno de la película. Éste se realizó en el aula Magna del Edificio Interfacultativo y en honor a la verdad tengo que decir que estaba lleno, y aunque sólo fuera porque los amigos estamos para apoyarnos, el ambiente fue extraordinario.
La proyección duró más de una hora, porque lo que empezó siendo un corto se convirtió en un largometraje con todas las de la ley, había mucho material y cuesta coger la tijera para cortar, así que decidieron agruparlo en tres partes, lo cual quedo bastante bien. Y el resultado… pues algo muy digno para haberlo hecho sin ningún medio técnico y mucha imaginación.
Las anécdotas
Si algo cabe en un comentario sobre la realización de una película son las anécdotas que salpican la obra. Y hubo muchas, cuando estábamos rodando mi escena y puesto que no había habido tiempo para preparar los diálogos, conseguimos poner la chuleta disimulada en la pantalla del ordenador para que no hubiera equivocaciones, aunque bien es cierto que alguna inventiva por mi parte sí que hubo. En la escena donde me ahogan con la bolsa de plástico nos dimos cuenta que con las gafas puestas podía haber alguna complicación, ya que se podían romper, así que hay un momento en el que en una actitud pensativa, me quito tranquilamente las gafas y las pongo encima de la mesa para que no ocurra ningún accidente. De esta manera el asesino me puede ahogar sin ningún tipo de problema.
Al principio de la película el protagonista sale con melena, y en un momento dado se le ve como se corta el pelo… Eso ocurrió realmente en el servicio de la estación de autobuses, cuando entró, sacó las tijeras y allí mismo se puso a cortarse el pelo mientras se grababa a sí mismo. En fin… una locura más.
Pero lo más comentado fue cuando los dos protagonistas tuvieron un altercado con la policía. Esto es absolutamente cierto y ocurrió un domingo al medio día, cuando estaban rodando una escena en medio de la ciudad pistola en mano. Algún vecino los debió ver y llamó a la policía, la cual se presentó en el lugar dispuesta a detener a los dos “locos”. Y efectivamente se produjo la detención, y gracias a Dios que no pasó nada más ya que la policía no tenía ninguna constancia que allí se estuviera rodando nada de nada. El incidente se saldó con una multa por jugar con pistolas de broma, altercado público y un buen susto en el cuerpo por parte de los protagonistas.
El final
Todo esto para deciros que la experiencia fue increíble, una gozada, porque cosas así no las hace todo el mundo, y porque no todo el mundo tiene la suerte de morir y luego vivir para poder contarlo.
Esto que os voy a contar forma parte de una de esas locas aventuras con las que uno salpica su vida. El año pasado, a primeros de año recibí la llamada de un buen amigo, para proponerme una historia bastante singular. Me dijo que estaba rodando un corto y que le gustaría contar conmigo para participar en el proyecto. Sólo tardé un suspiro en decirle que sí, por varias razones, pero sobre todo porque confío en él y aun siendo un loco de esos geniales, hemos colaborado juntos en muchas historias.
El corto
Por teléfono empezó a explicarme de que trataba el corto, pero yo estaba ansioso porque me dijera cual era mi papel. Me había reservado un pequeño personaje, que sin ser protagonista, era una pieza importante dentro de la trama de la película. Me empezó a dar detalles y lo más importante… me dijo como sería mi actuación. Sería una escena corta, rodada en un despacho.
La trama
Resumiendo, la trama no parecía muy original, una organización secreta de asesinos donde sus miembros van siendo asesinados uno a uno sin saber muy bien el porque. Mi nombre en clave era “K” y por esa letra era conocido dentro de la organización, la cual dirigía desde un lugar secreto que muy pocos conocían.
Cuando Eddie me contó el argumento, evidentemente le pregunté que tendría que hacer yo… Y me dijo con una sonrisa… “tendré que matarte”.
Esa fue la mejor respuesta que podía tener. Uno de esos sueños que uno siempre ha tenido fue el de poder morir en una película. Y es que lo mejor de morir en una peli es que puedes luego vivir para contarlo. Y eso hago vivir para cantároslo. Cuando alguien te dice que tienes que morir la primera pregunta que te surge es: “Y cómo voy a morir…” y entonces el director con otra sonrisa me dijo: “Te mataré ahogado con una bolsa de plástico”. “Joder, Eddie, menuda muerte de mierda!, no hay otra forma más elegante de morir, tío que soy el jefe!”. Pues no, esa era la forma que había elegido para que su amigo muriera. Después de hacerme a la idea, no me parecía tan malo, y viendo como quedó el montaje final, me alegro de que hubiera elegido esa muerte.
La grabación
Cuando me llamó ya había muchas escenas grabadas, pero aun así todo tardamos un par de meses en rodar las escenas. Y llegó el gran día… Era sábado, las 9 de la mañana, fuimos a un despacho que nos dejaron y allí comenzó todo. No tengo que deciros que todo está hecho con inmensa imaginación pero ningún medio, nadie ha puesto un euro por hacer esta historia, y todo sale de la imaginación del director, que a su vez es el protagonista, del productor (llamado así porque suena bien) que también es el otro protagonista y muchos amigos que desinteresadamente hemos ayudado a que su sueño se pueda hacer realidad. Pues como os digo… un par de cámaras de video, de esas baratas, que podemos tener cualquier de nosotros y un portátil. Me puse mi traje y me senté en la mesa leyendo el guión, eran cinco líneas que tuve que aprender, lo cual no fue difícil hasta que se dijo “acción”. Mientras Eddie se maquillaba, se supone que venía de haber recibido una buena paliza, yo grabé unas escenas en pie mirando por la ventana sin decir nada. Y llegó el momento en el que grabamos las escenas buenas, yo me encontraba sentado detrás de la mesa, con mis papeles, hablando informalmente con uno de mis muchos amigos, cuando llegó mi asesino, al que evidentemente conocía… Después de preguntarle como se atrevía a entrar en mi despacho, saqué del cajón mi mesa una pistola y la puse encima de la mesa… hablamos de cosas importantes y en un momento de descuido él me ahogó con una bolsa de plástico. Todo estaba perfectamente medido, todo tenía un por qué y todo salió redondo… Yo intenté agarrar la pistola durante el forcejeo, luché, pero estaba agarrado por la espalda y me resultaba imposible salir de ahí con vida, sentí como me quedaba sin respiración ahogado por la presión del plástico. Estaba a punto de morir, pero me resistía con todas mis fuerzas, sabía que la vida se me escapaba, pero aun así luché hasta que apretó un poco más, y ahí sentí que mi vida se apagaba. De pronto me dormí para no sentir nada más, supe que había muerto…
Realmente me di cuenta que no estaba muerto cuando mi tiró de la silla a plomo al suelo, sin importar como caería… que os voy a contar.
Toma buena…
No fueron ni una, ni dos… llegamos a las 9 de la mañana y casi nos fuimos a las dos, después de haber logrado que la escena quedara a gusto de los que allí estábamos. Y así fue, quedó muy bien, todos estábamos contentos y yo cumplí un sueño, pude morir…
El estreno
En marzo del año pasado, un viernes por la tarde fui invitado por el director para el estreno de la película. Éste se realizó en el aula Magna del Edificio Interfacultativo y en honor a la verdad tengo que decir que estaba lleno, y aunque sólo fuera porque los amigos estamos para apoyarnos, el ambiente fue extraordinario.
La proyección duró más de una hora, porque lo que empezó siendo un corto se convirtió en un largometraje con todas las de la ley, había mucho material y cuesta coger la tijera para cortar, así que decidieron agruparlo en tres partes, lo cual quedo bastante bien. Y el resultado… pues algo muy digno para haberlo hecho sin ningún medio técnico y mucha imaginación.
Las anécdotas
Si algo cabe en un comentario sobre la realización de una película son las anécdotas que salpican la obra. Y hubo muchas, cuando estábamos rodando mi escena y puesto que no había habido tiempo para preparar los diálogos, conseguimos poner la chuleta disimulada en la pantalla del ordenador para que no hubiera equivocaciones, aunque bien es cierto que alguna inventiva por mi parte sí que hubo. En la escena donde me ahogan con la bolsa de plástico nos dimos cuenta que con las gafas puestas podía haber alguna complicación, ya que se podían romper, así que hay un momento en el que en una actitud pensativa, me quito tranquilamente las gafas y las pongo encima de la mesa para que no ocurra ningún accidente. De esta manera el asesino me puede ahogar sin ningún tipo de problema.
Al principio de la película el protagonista sale con melena, y en un momento dado se le ve como se corta el pelo… Eso ocurrió realmente en el servicio de la estación de autobuses, cuando entró, sacó las tijeras y allí mismo se puso a cortarse el pelo mientras se grababa a sí mismo. En fin… una locura más.
Pero lo más comentado fue cuando los dos protagonistas tuvieron un altercado con la policía. Esto es absolutamente cierto y ocurrió un domingo al medio día, cuando estaban rodando una escena en medio de la ciudad pistola en mano. Algún vecino los debió ver y llamó a la policía, la cual se presentó en el lugar dispuesta a detener a los dos “locos”. Y efectivamente se produjo la detención, y gracias a Dios que no pasó nada más ya que la policía no tenía ninguna constancia que allí se estuviera rodando nada de nada. El incidente se saldó con una multa por jugar con pistolas de broma, altercado público y un buen susto en el cuerpo por parte de los protagonistas.
El final
Todo esto para deciros que la experiencia fue increíble, una gozada, porque cosas así no las hace todo el mundo, y porque no todo el mundo tiene la suerte de morir y luego vivir para poder contarlo.
Gracias Eddie por darme la oportunidad de participar en una locura preciosa.
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